El primer rival que debió enfrentar Aguará Guazú en su llegada a la máxima categoría de la región no fue Cardenales, sino el escepticismo acerca de sus posibilidades de sobrevivir. Algunos incluso apostaron bajo poncho que no llegaría a ver el final de la primera fase de este Regional “Copa LA GACETA”. Ya hemos llegado a la segunda y el “zorro” sigue ahí: golpeado, exhausto, pero todavía de pie. Y con la firme promesa de continuar así hasta el final, sea cual sea su destino.
“Por supuesto que estas 16 fechas se sienten en el cuerpo, pero eso también debe pasar en todos los clubes. Sin embargo, seguimos entrenando al 100 por ciento”, sostiene Ramiro Ávila, y no duda en pronunciarse por el sí ante la interrogante de si fue un acierto pegar el salto a Primera. “Por supuesto que fue una decisión correcta. Jugar contra los mejores en uno de los torneos más competitivos del país nos ayudó a crecer deportiva e institucionalmente”, asegura el hooker.
Es más, pese a las vendas, los moretones y las 16 derrotas, Ramiro niega cualquier atisbo de arrepentimiento. “Me parece que esta segunda etapa nos encuentra mejor, de hecho. Están volviendo muchos compañeros que estaban lesionados y ya miramos esta fase con otra cabeza, porque es más pareja. Sin ir más lejos, el otro día contra Uni de Salta, fuimos al entretiempo 19-3 abajo y con un jugador menos, cuando dos meses antes nos habían metido casi 70 en el primer tiempo. Hoy Aguará no es el mismo equipo que al comienzo”, concluye.
“Yo creo que nos faltó la capacidad de sostener el ritmo”, aporta su hermano, Augusto. “En todos los primeros tiempos le jugamos de igual a igual a la mayoría, pero en el segundo sentíamos el desgaste y nos costaba sostener el ritmo”, explica.
Julio Varela prefiere apuntar el foco hacia el terreno donde sí ganó Aguará: en el social. “Se acercaron más juveniles, más infantiles, más chicas, y tambien más sponsors. Hay más gente que colabora, y que ayudó a hacer los vestuarios, la cantina y otras cosas importantes en el club. Además, nos sirve para aprender cómo se juega el buen rugby, y para incorporar cosas como disciplina, respeto y formas de entrenamiento”, destacó.
El propio Augusto, capitán de la primera, retoma para jurar que, de ser por ellos, se quedarían a vivir en Primera: “a todo Aguilares le encantaría que Aguará se quedara”.